miércoles, 8 de marzo de 2017

'STOP OVER IN HELL (PARADA EN EL INFIERNO)'

La vuelta a casa del western europeo

El pasado fin de semana se estrenó la versión original en inglés de 'Stop over in hell', en el Cine de la Prensa de Madrid, dentro de la programación de la Muestra Syfy. Unos meses antes, en octubre, pudimos disfrutar de esta película en Tabernas, en la VI edición del Almería Western Film Festival. Allí se exhibió en su versión doblada al castellano. Por tanto es un buen momento para recordar este título, el tercer largometraje de Víctor Matellano tras 'Wax' y 'Vampyres', reavivar este blog que llevaba tiempo dormido, y analizar lo que aporta a la extensa filmografía del western europeo.

'Stop over in hell' narra la historia de dos hermanas, encarnadas por las actrices Tania Watson y Veki Velilla, que a su paso por una parada de diligencias son secuestradas por el Coronel y su banda, que persiguen un carruaje cargado de oro. Como dice uno de los lemas de la película, estas mujeres se tendrán que enfrentar al mismísimo diablo. Sin hacer ningún spoiler, 'Stop over in hell' juega al equívoco con los estereotipos, los buenos y malos no se comportan como uno espera, y la sorpresa es la nota predominante en el relato.  

Tenemos que alabar el hecho de que sus responsables hayan decidido abordar un género tan complejo como un western, una decisión muy valiente. Somos muchos los que demandamos un cambio en las propuestas del cine español. 'Stop over in hell' se adentra en ese camino para ofrecer algo diferente, y como espectadores ávidos de acción nos alegramos por ello.
Matellano plantea un western con una marcada personalidad, un título que además tiene peso específico dentro de otros géneros como el thriller, horror y con acertadas dosis de comedia, especialmente las protagonizadas por la pareja de villanos compuesta por Cuba (Armando Buika) y Red (Maarten Dannenberg), o los comentarios inapropiados del divertido personaje al que da vida Andrea Bronston.

Pero sin duda, el personaje que sobresale con fuerza en esta historia, escrita por Antonio Durán, Juan Gabriel García y el propio Victor Matellano,  es el villano protagonista, el temible Coronel, interpretado por un inspirado Pablo Scola. El Coronel es un psicópata que lo mismo se muestra encantador como es capaz de asesinar de la manera más cruel a quien se cruza en su camino. Un personaje con fuerza, atípico en el género, que traspasa la etiqueta de anti-héroe para colgarse la de antagonista, pero como protagonista. Muy interesantes además las citas filosóficas de un autor como Stirner, pensamientos que el Coronel utiliza para justificar sus actos macabros, y que terminan de dibujar el complejo mundo interior de este personaje.

Otro apartado a destacar de este western son las numerosas, y a veces sinuosas, referencias a otros clásicos del western europeo. Se aprecian guiños a títulos como 'Oro maldito', de Giulio Questi, o a 'El precio de un hombre', el admirable western de Eugenio Martín. Pero en este caso lo mejor es descubrir estas citas por uno mismo. 

Y como es obvio, también existen guiños al cine de un maestro como Enzo G. Castellari, el director italiano, autor de una obra tan redonda como 'Keoma', se mete en la piel de un personaje que evoca al típico charlatán del Oeste que emprende la aventura en el 'nuevo mundo'. Castellari pasa con nota su papel en una especie de autohomenaje que nos recuerda que con 'Stop over in hell' el western europeo vuelve de nuevo a su hogar, a las localizaciones españolas.


La película se ha rodado principalmente en un escenario construido para la ocasión en Colmenar Viejo, donde se han rodado tantos títulos de producción internacional, muchos de ellos westerns. También aparecen otros míticos escenarios como La Pedriza, el mismo lugar en el que Clint Eastwood tropieza por primera vez con Tuco en 'El bueno, el feo y el malo' de Sergio Leone. Y hay una sorpresa que descubrirán los muy experimentados, una aparición estelar de una mítica localización almeriense.


La música original, las canciones interpretadas por Nat Simmons y Jack Jamison, los efectos especiales de un clásico como Colin Arthur, los paisajes, el apartado de la fotografía, las dosis de acción..., y un ritmo trepidante hacen de este western una obra indispensable para los amantes del género, un título que resiste la comparación con sus coetáneos estadounidenses, y una película que nos recuerda que la casa del western europeo siempre estuvo en los paisajes españoles.

Ojalá el cine español siga este recorrido, que se arranque los prejuicios, y que nuestra cinematografía alumbre más títulos como este valioso western.   

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